BCCCAP00000000000000000000758
Se fue con prisas a la montaña 441 das, a través de montes 6 ; llevaban una linterna para alumbrarse. Lo pri– mero que hicieron fue rezar un rosario en el «cuadro» (Jacinta lo reza allí todos los días a las seis de la mañana). Jacinta iba llena de alegría, y hacía el sacrificio del madrugón y la larguísima caminata, para pedir a la Virgen el volver a verla pronto... Ella y Mari Cruz son las que menos ven a la Virgen. Más tarde me enteré de que también Mari Cruz había ido a otra ermita a pedir lo mismo.... » El día 16, domingo, resultó memorable y aleccionador. Leemos en las notas de don Valentín: «Hay aquí en el pueblo un hombre medio loco, que hace tonterías, que pueden ser muy mal juzgadas por la gente que viene y no conoce su estado de anormalidad; ha estado un año en el manicomio, y ahora le ha dado por quedarse aquí. Resulta molesto y pe– sado, y habría que mandarle fuera ... En el éxtasis de este día, Loli y Conchita fueron a la casa donde para este loco, que se llama Alfonso, e hicieron también allí una cruz con el crucifijo sobre la almohada de su cama, y al pasar junto a él, le dieron a besar varias veces el crucifijo: el loc0 quedó como clavado de rodillas. Por la noche, el P. Anzizu 7 comentó: Qué lección de caridad nos han dado las niñas. Todos, que habíamos estado hablando sobre la necesidad de echar al loco.del pueblo, quedamos impresionados, sobre todo el secre– tario del cardenal, don Guillermo Hausschildt, que hasta había pensado negarle la comunión; decía: Está claro que la Virgen ha querido darnos una lección. Se le preguntó a Conchita por qué habían ido donde el loco y le ha– bían dado a besar repetidamente el crucifijo, y ella contestó: "La Virgen nos ha dicho: Vosotros le despreciáis, pero yo le quiero." Tal contestación acabó de aplanarnos, haciéndonos ver nuestra gran falta de caridad.» Quizá tengan relación con esa lección inolvidable de la Madre de Dios y Madre nuestra, estas palabras que se oyeron a. Conchita durante el mencionado éxtasis: Tú, cuando bajaste aquí a la tierra, ¿por qué baja– bas? .¿Para salvar al mundo? Seguramente que los locos no sor¡., ni los únicos, ni los más necesitados de salvación. El neuropsiquiatra de Barcelona doctor Puncernau, que ya anterior– mente había estudiado con atención a las niñas, prosiguió estos días sus estudios y exploraciones. «El padre de Jacinta -escribe el pediatra de Santander doctor Ortiz- me pidió por favor que estuviese yo presente; y no es de extrañar, pues estaban ya escarmentados de las exploraciones de ciertos médicos ... Le pregunté a Puncernau cuáles eran sus conclusiones. • Esta ermita-santuario de María queda al otro lado de Peña Sagra, en la ver– tiente que da sobre las tierras o valles de Liébana. 7 Los dos sacerdotes de quienes se habla aquí venían de la Argentina, acompa– ñando al cardenal Caggiano, arzobispo de Rosario, que se dirigía con tiempo a Roma para participar en el inminente Concilio Ecuménico. Los dos sacerdotes aprove– charon su paso por España para hacer una escapada a Garabandal. .. La impresión que allí recibieron no pudo ser mejor, especialmente la del P. Anzizu, que ábierta– mente declaró su intención de hablar en Roma sobre aquellos fenómenos tan extraordinarios. · En las notas de don Valentín se lee siempre «P. Anzizu»: yo me pregunto si no se tratará más bien del apellido vasco Albizu.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz