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Se fue con prisas a la montaña 439 nera de movimientos que es todo lo contrario de fas agitaciones del histerismo... » 4 Este Padre jesuita debió de ser el P. Argila (de quien habla el doctor Ortiz), que había llegado de Barcelona con el párroco de San Cucufate, don Antonio Yllensa Borrás, y el psiquiatra o neurólogo don Ricardo Puncernau. Don Valentín en sus notas le llama P. Aguilar, y dice que el día 22, sábado, vio por primera vez una comunión mística, y que «se impresionó muchísimo». Del mismo efecto podría hablarnos nuestro conocido abogado de Pa– lencia, don Luis Navas, que al fin pudo contemplar, el 2 de octubre y después de haberlo deseado tanto, una comunión de ese tipo: «Poco antes de las 6,30 de la mañana nos dirigimos a la iglesia: era todavía de noche. A metro y medio de las puertas Loli cayó de rodillas y entró en visión. ¡Fue algo que me impresionó más que ninguna otra cosa de cuan– tas había visto en las videntes! La unción al hacer la señal de la cruz, el dramatismo de aquella lengua que sale y que se esconde, con el mo– vimiento de garganta propio de quien traga algo... la oración de acción de gracias .. ., me pareció todo tan serio corao digno del mayor respeto.» Hablando de ese tipo de .comuniones, escribió don Valentín en sus notas el 10 de septiembre: «Suele durar el éxtasis pocos minutos; pero es emocionante. La niña cae de rodillas, muy bajito reza el "Yo pecador", hace la señal de la cruz, junta· sus manos ante el pecho, saca la lengua, se ve perfectamente cómo traga, vuelve a hacer la señal de la cruz, y se le oye decir bajito: Alma de Cristo, santifícame... ; nuevamente se santi– gua después y queda en estado normal. Parece que las oraciones para después de la comunión se las va diciendo el ángel. » Es interesante lo que anota el mismo señor cura para el día 22: Las niñas guardan siempre ayuno hasta la hora en que reciben la comunión, ayuno al estilo antiguo (es decir, sin comer ni :ieber nada desde las doce de la noche precedente). Extasis variados y movidos. - Como ya es de sobra conocido, a los éxtasis, cuando era la Virgen quien iba a aparecerse, precedían siempre tres misteriosas «llamadas »... Acerca de ellas encontramos en las notas de don Valentín, día 6 de septiembre, estas observaciones: «Las niñas suelen esperar hasta las 10,30 de la noche; si a esa hora no tienen ya la primera llamada, se n::i-eten en la cama; pero si antes de r.costarse han tenido alguna llamada, entonces esperan la aparición hasta la hora que sea, aunque se caigan de sueño; no quieren i::- a dormir, porque les ha • Tenemos otra observación valiosa de un especialista en la materia: el doctor Puncernau : «Punto aparte merece la entrada en trance y su salida del mismo. Ellas decían que tenían tres llamadas.. . Y decían: Ya tengo una llamada, ya tengo dos llamadas. Los espacios de tiempo entre las mismas eran completamente irregulares. Alguna vez, cuando yo sabía que ya tenían dos llamadas, procuraba hablar con ellas intentando distraerlas, y sobre todo hacerlas hablar de algo que las intere– sara. A veces, en mitad de una palabra, caían fulminadas, de rodillas, en estado de trance. A pesar de que se las veía interesadas en lo que estaban relatando. Ello me llam6 mucho la atención. No es la forma normal de entrar en un trance hipnótico, tanto más si la persona no está condicionada a un signo-señal. Entre los asistentes no había nadie capaz de entender de ello. Ni saber siquiera de qué se trataba.» (Página 11 de su opúsculo citado.)
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