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Se fue con ·prisas a la montaña 431 lado de Conchita, y el otro a unos tres pasos frente a ella. El tercero, que llevaba una cámara, aprovechó para hacer instantáneas. El que estaba a su lado se levantó para observar su actitud, ojos, gestos, etc. Vimos que, una vez de rodillas y en la postura descrita, se signó y santiguó de una manera lenta y devota; cómo musitaba unas palabras y cómo se daba tres golpes de pecho. Terminado esto, abrió la boca y, con devoción, sacó un poco la lengua, como suele hacerse al comulgar, y después, cerrando ella lentamente la boca, los que estaban a su mismo lado oyeron un ruido como si pasara algo por su garganta. Permane– ció unos instantes en la misma actitud que al principio y musitando algo que no entendimos. En esto, giró de rodillas, y conservando siem– pre la primera actitud, se volvió hacia el Her::nano Luis. Este, bastante asustado, se alejó de ella; mas viendo que la niña le seguía de rodillas, se paró. Entonces la niña tomó su escapulario con las manos, se puso de pie, y elevándolo de una manera solemnísima, hizo ademán de pre– sentárselo a "alguien"; bajando el escapulario, cayó otra vez de rodillas, y siempre en la misma actitud, estuvo unos instantes inmóvil. Poco después se fue hacia el Hermano Miguel, también de rodillas, y repitió el mismo acto que con el anterior. A continuación, se fue al Hermano Juan Bosco; pero el Hermano Miguel, antes de tomar la niña el esca– pulario del Hermano Juan Bosco, hizo un revoltijo con ambos -el suyo y el del Hermano Juan-, pero la niña, siempre mirando hacia arriba, los separó, y tomando el del Hermano Juan Bosco, hizo lo mismo que con los anteriores. Terminado todo este acto, la niña regresó de rodillas al punto donde había comenzado el éxtasis, allí estuvo unos segundos musitando unas palabras que no conseguimos captar, volvió a signarse y santiguarse, y se levantó ·con toda naturalidad. Y normal, nos dirigi_ó una sonrisa, se colocó una cinta que se le cayó por el pelo, como consecuencia de la posición extática y... »Volvimos inmediatamente a las preguntas: -¿Ya has comulgado? -Sí. -¿Por qué nos cogiste los escapularios y por qué los elevabas? -Me los pidió el ángel para besarlos. -¿Has hablado con el ángel? -Sí. -¿Qué te ha dicho? ¿Te dijo algo de nosotros? -El ángel ya sabía que estaban ustedes aquí, y me ha dicho que me ha traído aquí porque estaban ustedes. Y también me dijo que el Señor y la Virgen están contentos con ustedes. -¿Te ha dicho algo para cada uno? -Sí, me ha dado un mensaje para cada uno. -Pues dínoslo. -No, que tengo que decírselo primero a la Virgen, porque el ángel me dice que lo diga antes a la Virgen. -Ep.to,nces, ¿nos lo dirás? -Sz, sz. -¿ Y tú sabes de quién era el primero de los escapularios que pre- sentaste? ~El primero era del Hermano Luis.

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