BCCCAP00000000000000000000758

Se fue con prisas a la montaña 429 los Ejercicios Espirituales (iban a empezar el lunes, 6 de agosto, por la tarde). Durante la cena del día 5, domingo, nos pusimos de acuerdo para subir a San Sebastián de Garabandal cuatro Hermanos. Llegada la hora de levantarse el día 6, ,el Hermano Juan Bosco llamó a los otros tres; uno de ellos salió a la puerta y dijo: No voy, me he rajado 18 • Inmediatamente salimos los tres hacia Llanes ... Llegamos a Cossío alrededor de las nueve de la mañana. De allí a San Sebastián de Ga– rabandal nos separaban seis kilómetros de muy ma1 camino. Empe– zamos a preguntar sobre la manera de subir lo antes posible y la señora de una tienda nos advirtió que .precisamente "Fidelín", joven taxista, llegaría de ,un momento a otro con un grupo de personas que bajaban de San Sebastián de Garabandal. En seguida los vimos. Eran un mé– dico siquiatra barcelonés y su familia, que nos habló favorablemente de los fenómenos . Llegamos a San Sebastián de Garabandal alrededor de las 10,15. El taxi paró cerca de la casa de Mari Cruz, una de las videntes. Se encontraba ella en una solana con su hermana mayor. Le indicamos nuestro deseo de hablarle, y al momento, por indicación de su hermana, bajó hacia nosotros. Saludó con timidez, e inmediata– mente comenzamos con nuestras preguntas ... »Al cabo de unos diez minutos, sube por la calle Jacinta. Saluda con una sonrisa angelical y comenzamos también a asediarla a pregun– tas. Nos hicimos varias fotos con ellas, y entonces se presentaron unos señores andaluces, entrando todos en conversación. Sin darnos cuenta, las niñas se retiraron. Los andaluces nos animaban insistentemente a pasar allí la noche, por ser a tales horas las apariciones. No sabíamos qué hacer.,. Entonces, aparece un sacerdote, natural de Beasaín (Gui– púzcoa), que llevaba varios días en San Sebastián de Garabandal; este sacerdote, según nos manifestaron los andaluces antedichos, había sido objeto de una gracia de la Santísima Virgen por mediación de Conchita (otra de las videntes) , Nosotros le saludamos y le sugerimos que nos relatara cuanto le había sucedido la noche anterior. Su contestación fue ésta: Yo les digo a ustedes, como suelen decir los cursillistas de cristiandad: Vayan y vean. Estaba emocionadísimo, y se fue 19 • Por fin, subimos a los Pinos. El lugar es agracable. Una vez allí, nos dispusimos a tomar un bocadillo tranquilamente. »A los pocos momentos de comenzar, aparece una niña de unos ca– torce años, acompañada de otros tres pequeñines, de dos, cinco y seis años, aproximadamente. Le preguntamos si era Conchita. Con toda sen– cillez y candor contestó: SL Nosotros, sorprendidos y alegres, comenza– mos a acosarla con una y otra pregunta. Se nos ocurrió ofrecerle uno 18 Un pequeño dato que cada cual puede interpretar a su modo: Pocos años más tarde, el que así «se rajaba» de su compromiso para ir a Gara– bandal, se rajaba también de sus comprorr.iSO$ religiosos, saliéndose de la Orden. 19 Lo que le ha::iía pasado a este sacerdote fue esto (según la carta de Maximina a la familia Pifarré del día 7): «Este domingo (día 5) también había aquí unos Padres de San Sebastián; y uno, por lo visto, está algo enfermo y parece que se iba a ir a Alemania, porque dicen que allí hacen mucha falta sacerdotes (para los emigrantes, supongo), y Conchita, en éxtasis, le dijo : "Me dijo la Virgen que curarías." El sacerdote se emocionó mucho, Después del éxtasis le volvió "a repetir esto, y que no se fuera a ningún sitio, que donde estaba, estaba ganando muchas almas.»

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz