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Se fue con prisa.s a la montaña 427 casa de Loli me di cuenta de que la niña estaba en la cocina, todavía en éxtasis». Naturalmente, don José Ramón entró y pronto advirtió que la niña, en aquellos momentos, hablaba precisamente de lo que había ocurrido en casa de Maximina. Después del éxtasis, hubo dos preguntas; la primera para saber por qué el trance había comenzado bastante más tarde de la hora anunciada (que había sido la de las tres), y la segunda, para explicarse el hecho tan insólito de que Loli se arrancara así hacia la casa de Maximina. A la primera, contestó Loli que la Virgen había querido demostrar de esa manera su disgusto, porque aquella misma noche unas señoras habían tomado a broma las apariciones (habían preguntado a la niña si la Virgen se pintaba las uñas, si se arreglaba el pelo, si traía reloj de pulsera... ) A la segunda, nadie podía responder satisfactoriamente; Ceferino sólo supo decir que su hija, efectivamente, y sin saber por qué, «inme– diatamente de quedar en éxtasis, como a las cuatro menos cuarto de la madrugada, había arrancdo corriendo hacia la casa de Maximina». «-Entonces me di cuenta -confiesa don José Ramón- de que la Virgen se había dignado escuchar mi petición, dándome la "prueba" que yo le había pedido.» Y yo pienso que esa prueba no tiene por qué servirle sólo a él. .. La Eucaristía, en primer plano Me parece incuestionable que si Garabandal empezó siendo una desacostumbrada «epifaní:;t mariana», pronto se reveló también como una empresa de promoción eucarística. Y en esta segunda dimensión hay que reconocer que venía oportunísimo, :::mes alrededor del «Mys– terium fidei», la Eucaristía, empezaba entonces a fraguarse la enorme crisis de doctrina y culto, que hoy es de todos bien conocida. Esa dimensión eucarística de Garabandal tuvo a lo largo de su se– gundo año, 1962, un especial relieve, .como habrá podido ver el lector. Pues bien, entre todos los episodios que fueron jalonando la marcha, al parecer monótona, del misterio garabandalino durante el mes de agosto de este año, está el de una «comunión mística» que tuvo lugar el lunes, día 6. No fue ése el único día de tales comuniones; sabemos, por las notas de don Valentín, de otros días de agosto en que las hubo. Y aún más, en esas mismas notas aparece escrito, el 2 de agosto: Dice Conchita que desde el 18 de julio, siempre qr,,.e no hay misa; y también Loli, cuyo sentido no puede ser otro que éste: Conchita y Loli comul– gaban normalmente de manos del ángel, siem;,re que no podían hacerlo de manos de un sacerdote. (Si tales comuniones pasaban desapercibidas no pocas veces para el público, era a causa de la hora y el lugar en que ocurrían.) Pero volvamos a lo del día 6. Quizá com,enga ambientarlo con lo ocurrido el día anterior, domingo, tal como ~o recoge don Valentín en sus notas:

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