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(lM.ARAN ATHA». i EL SEÑOR VUELVE! Así pues, en. el ámbito de la Fe, tendremos siem– pre puntos suficientemente iluminados ... , y en torno, amplias zonas de misterio: zonas en penumbra, o en cerrada oscm1dad. Ya se ha hecho notar que tener la luz de la Fe no significa andar en pleno mediodía, sino contar con la claridad suficiente para poder so– portar las tinieblas... , y no equivocar el camino. Dios ha ~uerido darnos lo suficiente para quepo– damos con :::undamento fiarnos de El; pero nunca tanto, que ese nuestro 'fiarnos' resulte cosa obligada y sin mérito. A Dios, pues, desde las bases de la Fe, debemos aceptarle en todo, aunque no fo ·entenda– mos en muchc, aunque nos desconcierte en no poco... Pues bien, si hay puntos sobre los que la Pala– bra de Dios r-':'lsulta «enigmática», quizá, quizá, nin– gún otro tanto como éste de «lo que nos espera» en el largo proceso de la Salvación: lo que nos espera a cada uno, lo que espera a la Iglesia, lo que espera al Mundo. Se nos ha dicho lo suficiente para que tengamos la seguridad :le que «no seremos defraudados» ... Pero en cuanto a pormenores, cosas concretas, tiempos, modos, lugares, personas en acción ... ¡cuán a oscuras se nos ha dejado! ¡Desearíamos saber tantas cosas, Se nos multiplican los momentos de cantar: «Señor, yo creo; pero aumenta mi fe». - 209 -
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