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EUSEBIO GARCIA ilE PESQUERA Y dichas cosas se clarificaron o precisaron aún más con los vaticinios de Isaías (9, 5; y sobre todo 11): « Saldrá un vástago del tronco de Jesé (padre de David): un retoño de sus raíces brotará. Reposará sobre él el Espíritu de Yahvé... No juzgará por apariencias, ni dará sentencia sólo de oídas; juzgará con toda justicia a los débiles ... Herirá al opresor injusto con la vara de su boca, y con un soplo de sus labios destruirá al mal- vado ... ». No menos Zac.arías: «Alégrate sin reservas, hija de Sión, grita de júbilo, ciudad de Jerusalén: ¡He aquí que viene a ti tu Rey... ! El proclamará la paz a las naciones. Y su dominio irá de mar a mar, y desde el Gran Río hasta los confines de la tierra» (9, 9). Todos estos vaticinios -hay que repetirlo de nue– vo- y muchos otros similares sobre el Rey sin par que había de venir, no han tenido cumplimiento to– davía: ni en los 'hijos de David' que ya ocuparon su– cesivamente su trono, ni en ese último 'Hijo de Da– vid' (Mt. 9, 27), tan singular, que sólo pudo ceñir 'co- -144 -

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