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TEMPORAS DE PRIMAVERA 81 P. Fidel :pudo darse cuenta de que a varias ventanas se habían acercado, con discreta curiosidad, caras de estudiantes: les ex– trañaba sin duda v•er aquel grupo de jóvenes moviéndose por la recogida i,ntimidad d,e ccsu» j,ardfo. Ninguno de ellos, ciertamente, hubiera podido sospechar que aquel estar de unos chicos con ,el P. Fidel tenía su importancia. Ya en la huerta, el Padre advirtió rápidamente cuál era el sitio mejor pa:ra- estar a gusto y tranquilos. Allí, casi en ,el ángulo suroeste de .la finca, de espaldas a la Corredera, alzaba su fron– dosidad el nogal grande: debajo de él hacían los Padres su recreo de mediodía en los meses de verano. Allá se dirigió con los mu– chachos el P. Fidel, yendo en amigable conversación a lo largo de un · camino bordeado d,e manzanos, que mostraban ya su fruta a medio formar. Debajo del nogal había yerba fresca y jugosa; delante de é,l pasaba el cauce de una madrid que sólo de cuando ~n •cuando conocía el f.luir del agua de regar. A la sazón el cauce estaba convenient-emente seco ; y resultaba muy cómodo sentarse sobre la yerba de Jos bordes, metiendo los p~es ,en el cauce. Así lo hizo el P. Fi,del, y en tomo suyo se acomodaron los muchachos. Hubo un momento de silencio ... La temperatura, deliciosa. __.¡ Qué bien se está aquí !-dijo alguien. -Os ,gusta, ¿ verdiad ?----preguntó el P. Fidel. -Sí. Y además, esta paz... Cierfarn.1ente, en aquel sitio y a aquella hora, gravitaba una bea-tífi.c,a y beatificante paz sobre las cosas, ac:ariciadas por la farde de mayo. La ciudad, con sus tejados, y sus torres, y el humo de sus chimeneas, aparecía bastante lejana, separada de aquella PAZ por la mole pardo-rojiza de la iglesia y convento. Lejanos se oían también algunos ruidos: de campanas, hacia celas Carbajalas>> ; de música bailable, hacia el •ce.Palacio del Hie-– loll; de aI~ún coche aislado, hacia la carretera de Madrid... -,Bueno, amigos ; vamos a hablar un poco de lo que nos ha 'd ' ., S ,. · . tra.1 o a ,esta reurnon... eguram,ente esta1s ya 1mpac1entes. Les foé ex;poniendo ento.nceE, en tono de confianza .familiar, las líneas generales de sus ilusiones y proyectos. ¡ Le gustaría tanto ver allí, en torno a aquel santuario leonés de San Francisco, una floreciente Juventud Franciscana... ! No se trataba de aca-

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