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TEMPORAS DE PRIMAVERA 559 El P. Fidel tranquilizó a todos sus co:municantes ; y luego se tr,anquili2ló a sí mismo : Todo esto ser,á como ,un fogonazo en noche serena: mido y lla:ma por un momento ; después; el apa– gón... y el seguir las ,cosas ,como están.. ¿ Qué podrían hacer? ¿ Entab.lar ,proceso? El respondería por todos. ·!\,fas no lle,garían a tanto, rpues fácilmente saldrían a la 1luz bastantes trapos sucios. Apenas llegado ,&. Saha,gún, le avisan de Teléfonos que tiene una conferencia de León... · -¿ Quién es ? -José María, el Delegado Provincial de Educación Popula,r. ----e¡ Hola, ami,go 1 ¿ Qué hay? -Malas notkias, Padre. No sé si usted y yo no iremos a dar con nuestros huesos en la cárcel ; usted por ser responsable del artículo, como director, y yo por habérselo dejado publicar. De todo modos, me parece que el cargo rya me lo he jugado, ,pues el Gobernador Civil ha desahogado todas sus iras ,contra mí. -¡ Vaya, hombre! Lo siento. Cuéntame, cuéntame ... Y José Marí'.a e□pezó a contarle una poróón de cosas, que p.resentaban muy ;oal ·caúz. Al final, el P. Fidel hubo de animar al muchacho, que aca– baba de casarse y temía fundad.amente que al decretar su ce– se como Delegado quedaría de pronto en la ,calle, sin oficio ni benef,icio en que ,apoyar e,conómicamente su incipiente hogar, ahora en que ,predsamente se anunciaba ya la próxima llegada de.l primer hijo. A mediodía de,l martes, nueva conferencia telefónica. Las co– sas s•e ponían peor. Una ,comisión, en la que además del Coronel don Jenaro figuraban el Comandante Militar ,de la Plaza, el ,Pre– sidente de la Audiencia, el Jefe de la Base Aérea, el Presidente del Colegio de Ahogados, e,l industri,aI chocolabero X., el alma– cenista de ultramarinos Z., y ,otros cuantos señores ,gordos e in– fluyentes, se había. presentado al Gobernador Civil, exigiendo la supresión de «Avanzadilla>:, y el castigo de los ,autores del artículo infame. Y el Gobernador-joven y soltero, bastante bue– na persona, pero a.go flojo y enemigo de meterse en líos-estaba ya doblegado a sus exigencias... Probablemente, aquella misma tarde firmaría la orden de supresión del periódico, para· que la publicase la Prensa diaria local antes de las fornadas solemnes

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