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558 FR. EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA rencias a puerta cerrada... durante todo el Lunes y Martes Santo. Se quería movilizar rápidamente a las personas de in– fluencia, como si todo el honor, y hasta la tram¡uilidad misma de la ciudad estuviesen comprometidos por el desaforado ataque de «Avanzadilla». Y los ,«:próoeres», reunidos, y bien ,calentados por incontables desahogos v,erbales, sentenciaron unánimemente que ce Avanza– dilla» era reo de muerte. Tomaron después una doble resolución: presentar por una parte fuertes quejas ante el Sr. Obispo, ya que ccellos eran muy buenos católicos, oonocidos oomo tales en toda la ,ciudad», y presionar por otra al Gobernador Civil, hasta arrancarle. como fuese, la orden de supresión de ccAvanzadillan. Mientras todas estas cosas se maquinaban, el P. Fidel, y no por voluntad propia, estaba ausente del campo de lucha. Por disposición de su iP. Superior tenía aquel año la predicación de la Semana Santa en la famosa e histórica villa de Sahagún ; y pa– ra allá había salido en la tarde del Lunes Santo. Cuando desde la v,entanilla del tren iba contemplando la sere– nidad de los campos y de los cielos, no podía sospechar la magnitud de Ja tormenta que se fraguaba contra su periódico juvenil de combate. Pero algún ligero sobresalto sí tenía. En la mañana de aquel lunes un buen amigo le había ,comunicado que se notaba mucho revuelo en ciertos ambientes por causa del ar– tículo de marras ; otro le había dicho que en la tarde anterior, cuando la magna procesión terciaria del ccDainosn .(Jesús Na– zareno) :pasaba cerca del domicilio de «La Buena Sociedad>>, cierto militar, ex legionario y exaltado, había querido ccecharse a la callen, para armar un escándalo contra aquella manifestación religiosa de los de ceAvanzadillan, y gracias a que otros socios más sensatos le habían contenido ... ; y una joven t,erdaria, cu– yos padres tenían casa de huéspedes en buena calle céntrica, le había llamado ,por teléfono, bastante asustada, .para infor– marle de que dos oficiales jóvenes, amigos suyos, habían oído aquella mañana al Coronel, refiriéndose <ca cierto artículo de un periódico» que ellos desconocían: «El desv,er,gonzado ataque de ese periódico infame no quedará impune. Habrán de darme satisfacción ,ante los tribunales o donde sea.>>
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