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TEMPORAS DE PRIMAVERA 555 es tal vez d más de-s,concertante de todos los sacramentos ¡y mis– terios... » Se t1"~fan luego a colación diversos pasajes de la Epístola de San Pablo a los Hebreos, haciendo sobre todo hincapi.é en la rotunda afirmación del Apóstol: «Sin derramamiento de sangre, no hay remisión» ; y se continuaba así: «.¡-Mi.sterio tremendo el de la sangre! Para la limpi,eza legal de los creyentes israelitas, para tener aplacada la majestad de Dios, eran enton~es necesarias :cuantiosas aportaciones de san– gre de animales, ir.molados como víctimas en el recinto del san– tuario. Para la sal"Vación y purificación verdadera del mundo en– tero, ha sido necesaria nada menos que la sangre de un HOM-. BRE-DIOS... éQué misterio es este de la sangr,e? >>Bien ha dicho César Balbo: ccSin el sacrificio de la vida, nada se hace en este mundo, no ya de grande, pero ni siquiera de normal. El mundo adelanta a costa de vidas sacrificadas», es decir, de sangre vertida. »Si el Gdstianismo, Reino de Dios, se ha ido afianzando so– bre sangr,e y más sangre de sus mártires, las Patrias de la tierra van quedando formadas gracias a la sangr,e vertida sin rega• teos por sus mejores hijos. Las más grandes cultmas han· flo– recido después de haber sido copiosamente regadas de sangre, y con fosos que periódi,camente llena la sangre tienen ,que defen– derse : con fundamento ha dicho S.pengler que a la .civilización la salva en último término un ;pelotón d,e soldados al mando de un oficial. Las ,convulsiones sangrientas de las ,guerras, de las sediciones, de :as persecuciones religiosas y políticas, deter~ minan en gran parte hasta el pensar filosófico, que ,es, entre todas las ocupadones humanas, la que ;parece exigir mayor se– renidad, y la que más alto debe volar sobr,e todas las .a,gitaciones del momento. >>Es necesario oue corra mucha sangr,e ... nAl leer esito, quizá alguien nos tenga por hombres feroces, o al :menos, ,por si::npati2Jantes de aquel fil6sofo inglés que, allá por 1,a mitad del siglo XVII, aseguraba ser la guerra el ,estado na– tura,} del hombre. ¡ Ni 11.1na cosa ni otra! Sentimos que la sangre corra ; pero comprendemos que es una fatalidad n,ecesaria. nSin d.erramamiento de •sangre, no hay r,emisión de pecados,n,
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