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550 FR. EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA Pronto se captó la mayor atención de todos, porque había allí puntos :muy interesantes: «Creo que no podíamos haber escogido lugar más ,a propósito para celebrar el primer aniversario de nuestro «Avanzadilla» que estas alturas desde las cuales la Madre del Camino reina sobre todas 1as tierr,as de León. »La Virgen tiene dolor en su car.a y llanto en los ojos, porque llora amargamente los extravíos de ciertos hijos e hijas suyos. Con sus lágrimas pide: a Dios, misericordia, y a sus hijos bue– nos, af.anes de .apostolado, para atraer a los pródigos que vagan fuera de la ,casa paterna. Nosotros, los que tenemos la suerte de formar en ,estas Secciones Juveniles de la V. O. T. de San Francisco, hemos oído la llamada silenciosa de María, y estamos decididos ,a dos ,cosas: a ser primeramente buenos nosotros m,is– mos, para ·tenerla siempre contenta, y a esforzarnos también por que lo sean otros muchos, a la sazón errantes y que hacen todo lo contrario de lo que Ella quiere. »Esta es la razón de que saliera hace un año, y siga mante– niéndose en la ,calle, nuestro periódico «Avanzadillan ... »Nuestra venida de hoy a estas alturas ha tenido un doble objeto: dar gracias a la Madre por su protección, bien sentida en horas diHciles, e implorar nuevas bendiciones para fas tar,eas que nos aguardan. n j Estas banderas juveniles de combate ya se han rendido a los pies de nuestra Reina !... Ahora bien podemos descender otra vez con ellas al campo de batalla ... »Desde estas alturas la «Reina y Madre del pueblo leonés» puede ,contemplar, hasta materialmente, las tres características porciones de nuestra tierra: la montaña, el páramo, ,la ribera. Pues bien: nosotros en esta hora, »miremos .a las montañas, que nos ,gritan en despedida: ccCo– mo nosotras, apuntad siempre hacia la altura; sed puros como nuestro aire, blancos como nuestra nieven; »miremos al páramo, que nos dice: «Sed fuertes y austeros como estas mis tierras pardas, que resisten año tras año, tan hu– mildes como incansables, todos los riesgos del sol y del vientan ; »miremos a la ribera, que nos exhorta generosamente: «Como estos campos míos, feraces y bien cultivados, habéis de producir
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