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TEMPORAS DE PRIMAVERA 547 hacen sonreír, lo mismo ahol'a que hace un año, los consejos de ciertas «personas de ordernJ : que seamos más prudentes, que no nos signifiquemos tanto, que las cosas ,pueden cambiar, que los rojos pueden volver... ¿A qué tanta precaución? Hemos alzado la bandera de Oristo, y con Cristo se,guiremos hasta el fin. Sea como sea, la victoria última, la ,eterna, siempre será nuestra. La vid.a de ,aquí nos podrán ,quitar; la ,otra, no. Nuestra fe y nuestra firmeza están bien asentadas. Jesús dijo: «Tened confianza, que Yo he vencido al mundo.¡¡ Y no lo dijo en vano. ))Se nos ha llamado «intemperantes)), queriendo ofendernos. Y precisamente nos dado por el palo, porque ahí está nues– tro ,orgullo. Mientras ,el mundo no cambie y nuestra sociedad, pa– ganizada, viva como viv•e, nosotros seremos obstinadamente .in– temperantes, con la santa intemperancia que exige el Evangelio. Y no daremos descanso a nuestra furia, ni a nuestras críticas, ni a nuestros gritos. Porque nunca podremos hacer paces con el error, con la mentira, con la maldad, con el pecado. Vivimos en una época crucial para la Humanidad ; a nuestro lado, casi fodo <(ideas, hombres, imper.ios) se derrumba con ,estrépito ; y ante la gravedad histórica de este momento que nos ha tocado vivir, y .del ,cual no renegamos, hemos comprendido que la única salvación ,está en El, en Cr,isto. JJY Cristo no puede fallarnos: es la ,piedra angular; la piedra que nosotros queremos poner en la hase de todo, para que se salve de verdad el Occidente cristiano, nuestra mi,lenaria civi– lización europea. Sin El, todo resultar,á inútil. Sin él, no tendre– mos salvaci6n. ))He aquí nuestro programa. Nuestro programa de hace un año. Nuestro programa de hoy. Hoy, mes de marzo de mil no– vecientos ,cuarenta y ... , con los ejrércitos rojos de los «Sin DiosJ> acampando ,en el •centro de Europa.¡¡ La modesta celebr.aci6n de aquel aniversar,io no se limit6 a ,las páginas de ((Avanzadillan. Para el P. Fidel hubo al,go inesperado ,en la tarde del jueves, día uno de marzo, a la hora de reunirse como de costumbre las jóvenes. Cuando el Padre se lev,antó y se volvió, después de rezar arrodillado el av,emaría, vi6 con sorpresa que entr,e las chi-
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