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138 FR. EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA se puede conseguir más. A veces decimos que si los Consiliarios, que si los Directores... Yo he conocido a varios que tenían, y tienen, gran interés ; pero ellos solos no pueden hacer grandes miI.agros. é No le parece revelador y lamentable el hecho de que se considere como Centro ((que marcha muy bien» aquel en que, ,a costa de perseverantes esfuerzos, se logra que asistan a ciertos actos reglamentarios ccc-asi la mitad» de sus socios? -Me alegra oírte hablar así. Con gusto te daría plenamente la raz6n, si no fuera porque siento que estoy obligado a ser ca– ritativa e inteligentemente .comprensivo. Frenar impaciencias, tratar de ponerse en lugar de los otros para entender su conducta, son cosas que cada día veo más necesarias a quien aspira a diri– gir hombres. Ser exigentes .con nosotros mismos; y no tanto con los demás, mientras no v,eamos que la exigencia está plena– Il'.ente justificada. -Pero entonces vamos a caer en el otro extremo de conten– tamos con cualquier cosa y disculpar siempre •a los flojos o des– ganados. -No, ,amigo, no. Soñar siempre con más y mejor; excitar fervorosamente a ello; estimular, exigir... Pero sin perder nunca de vista lo que es y suele dar de sí la pobre naturaleza humana, para que sus fallos no nos sorprendan, para que nuestros juicios del prójimo no sean ligeros, para que en nuestro espíritu no se infiltre aquel <ccelo •amargo» de que habla reprobatoriamente el apóstol Santiago el Menor (III, 14). - Yo encuentro muy difícil dominarme cuando veo el espí– ritu de muchos de los que concurren a Centros juveniles : van allí rpor pasar d rato, porque a lo mejor no saben a dónde ir. tal vez por ,ahorrar las pesetejas que se gastarían en otros sitios. -Bueno; pero si al fin algunos van entrando ... ccSiembra, que algo quedaii debe ser la consigna de quienes se dedican al apostolado, parodiando aquella otra cínica que se atribuye a Voltaire. Yo pienso que lo decisivo es que el Consiliario o Direc– tor trabaje con santo afán, pues no pueden resultar sus esfuerzos enteramente frustrados. ---Seguramente tiene usted razón. Yo, por lo menos, me alegro de verle tan de veras animoso. ¡ Ojalá no tenga grandes desen– gaños ! Y ojalá yo vea al fin realizado eso que tanto he echado

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