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TEMPORAS DE PRIMAVERA 125 dentro, y aunque no acertaba entonces a decir:le nada, El ya entenderí,a que había algo, algo, en aquel mirar de ,ccsu pobre Josefinall ... Cuando se le ,cansaban los ojos, los oerraha dulce– mente, e indinando la cabeza, ocultaba todo el rostro entre las manos. Se le pas6 el tiempo sin darse cuenta... , sintiendo .muy hon• damente ,en el alma una cosa ,extraña que dla no se acordaba de haber senti:do nunoa. Quedó bastante sol'prendida cuando v,ió que salían ya a hacer la Exposición. Oyó luego que rezaban el Rosario ... , que anun– ciahan después la novena del Sagrado Co11azón, y que inmedia– tamente empezaban en el coro a cantar... l>Coraz6n divino, Coraz6n sagrado, grande y sublime Coraz6n llagado de amores por mÍ...>l ¡ Qué cosa más extraña le estaba ocurriendo ! i Si aquel cán– tico lo sabía ella de memoria, y lo había oído cantar muchas veces! ¿Por qué ·ahora, ahora... Parecía que algo le habí'.a dado a ella ,misma en el corazón. Los oios se le llenaron de lágrimas ... Ocultando la cara entre sus manos sólo pudo murmurar: i Dios mío ! j Dios mío ! ¡ Con tu Corazón llagado de amores por mí, por mí, por mí..., y yo nunca :ne había dado seria cuenta de ello l Cuando c<se le pasó» lo más intenso de su emoción, pudo ad– vertir que est!aban ya en las alabanzas de la Reserva: «Bendito sea D:os. Bendito sea su Santo Nombre. Ella no ,era capaz de repetir nada. Ella, con el alma apretada · y feliz, con toda la fuerza de su corazón sensibilísimo, con la muda e1ocuenci,a de sus grandes ojos oscuros que se davaban en la Sagrada Forma co:r;no si le estuviera viendo a El, sólo podía repetir: <cNo más peregrino llamando a mi puerta: ¡entra y sé dueño, que el alma no acierta a vivir sin Ti!»

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