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TEMPORAS DE PRIMAVERA 119 da ,cclínea»; y tan incansable actividad, y tanto estrépito de chi– rridos, ¿;para ta::1 mezquinos resultados? »Pienso si ks vencejos no estarán ahí como un símbolo de las pobr,es criaturas humanas, de las innumerables criaturas hu– m-anas, que tan Ílnquietas y afa:ios,as andan por la tierra como ellos por el ai,re, sin sosegar nunca, siempre con ,apetenóa de cc,al,go)) ... , de algo ,que muy bien puede ser tan miserable ,como las moscas y ,mosquitos de que se nutren nuestros he:11manitos los v,encejos. ))La ohservaci6n de ,esas negras creaturas del aire te debe confirmar, María de la Gracia, en la le,cci6n que estoy tratando de exrplicarte : que ,no vale la pena aplicar nuestros mayores o mejores esfuerz::>s a lograr de esta vida, con la ilusión de .wpasar}o biem> aquí abajo, todo 1o que esta vid,a puede ofrecer, pues indudab},eme:1te, después de cor:sumirnos en agotadora actividad, después de· mucho correr y mucho ruido, nos encontrarfa,mos oon unos resultados del todo ruines, a propósito tan sólo para engañar momentáneamente nuestra hambre' de ,altas y sustan– ciales cosas. »Del vencejo sólo debemos considerar como algo nuestro su no estar hecho 1para posar y pararse en tierra. Y en. •SU terri– ble agitación de cada día hemos de enoontrar el emocionado r,ecordatorio de que tampoco nosotros podremos sose,gar nunca, mientras no vayamos ,en serio a buscar nuestro descanso en Dios. n Los dias ,de junio no sólo traían la plenitud de ,Jos vencejos ; traían también la plenitud de las rosas en el alto ,d~ma de León. Las azucenas duraban desgraciadamente poco. Solían perfu– mar el jardín conventual y la iglesia de San Francisco durante la novena ,del Santo de ,los lirios. San Antonio.de P,adua, y mientras estaban lozanas, eran sencillamente espléndidas ; pero ,cuando empezaban a deshacerse marchitas, tomaban un cierto ,oolor de suciedad en sus pétalos ccpasadosn. y presentaban la más la~ mentable y antiestética figura. En los rosales, sin emhal'go, florecían las r.osas semana tras semana. Las había de incontables variedad.es . Cuando el Padre Fidel, al salir dd coro después de la oración, entraba por Ia mañana en su celda, oHa de golpe la delicadísima .fraganda que subía del jardm.
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