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l 12 FR. EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA de esa ,manera en el mundo? Yo veo que todos toman como lo normal en la vida el atender muy preferentemente a los asuntos o asuntillos de cada uno: el trabajo, los ·estudios, el prepararse un porvenir me,jor, las diversiones. etc... , y Juego, «si buena– mente se puedeJJ, se dedica algún ratito a esta o a la otra prácti– ca religiosa. Muchas veces he oído por ahí que «las devociones, cortitas, para que no hagan dañon. En fin, Padre, yo creo que la vida tiene sus exigencias, y que no se puede uno desenvolver lucidamente aquí ,abajo si no se ponen fos cinco sentidos en todas estas cosas materiales. -La ordinaria realidad es ciertamente la que tú s~fialas. A causa de la indoJ.encia y relajación de casi todos los cristianos, se ha ido convirtiendo en ,ccn:ormah un esti:lo de vida que de hecho es profundamente ccanormaln, porque no se ajusta a la «normaJJ que Dios nos ha dado. JJMira, yo no pido que se niegue la atención a esas cesas materiales, ,«sin las cuales no se puede vivirn. Mas ¿ por qué se ha de pensar casi exclusivamente en ellas? ¿ Por qué se les ha de dedicar casi todo el tiempo? Cuando Jesús dijo: <cNo de solo pan vive el hombren, estaba muy lejos de afirmar que se podía prescindir del pan en la vida ; sólo trataba de enseñar que sería una tremenda equivocación el poner en la primera líne~ de los afanes humanos la búsqueda del pan, es decir, el cuidado de .las cosas temporales o materiales. Por encima de todo ha de estar el espíritu, y lo que el espíritu necesita para su ·propio vivir: la práctica de la or,ación, el conocimiento de las realidades divinas, etcétera... Considera un poco la oración tipo, la oración modelo: Jesucristo nos impulsó a pedir en ella el socorro divino para nuestras necesidades-«el pan nuestro de cada día dánosle hoy... , líbranos del maln ...~: pero antes que todo eso, en absoluta pre– eminencia, puso El otras cosas: ((Santificado sea tu nombre, venia a nos el tu reino, hágase tu voluntad... n. Resulta bien cla– ro que un cristiano puede legítimamente ocuparse de las cosas materi,ales, que hasta puede afanarse moderadamente por una confortab!le instalación en la vida ; pero que su más alta y obli– gatoria tarea es hacer algo por los ((intereses de Diosn : que sea santificado su nombre-el procurar gloria a Dios es el fin último de nuestra existencia-, y que su reino se afirme y extienda en
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