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106 FR. EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA realizar una tarea durante la vida, la había sumido en profundas reflexiones... Llegó pronto a convencerse de que tenía que ser muy de ve– ms para Dios y había de ayudar también a que otras almas lo fueran: ¿ no habta dicho el Padre que la misi6n personal de ceada cristiano está muy íntimamente reI.acionada oon I.a misión misma que el Hijo de Dios qajo al mundo, misión que aún no •estaba «totalmenten -cumplida? Y había que empezar pronto, que el tiempo pasaba y nadie sabía de cuántos días o años podría aún disponer :para realizar el programa de Dios. No era necesario aguardar a ver claro cuál sería el propio camino en la vid.a, no había que esperar a co– nocer la propia ccvooaciónn, ni menos a «tomar estado,, ... Todas estas cosas -tendrían suma importancia, sin duda, porque cuando tanto hablaban de ellas a las jóvenes... ; pero lo más esencial e,r;a lo otro: el saber que hay que hacer -ccym, algo, y ponerse a hacerlo cada día. En todo esto había pensado mucho Consuelito durante el mes de mayo. De todo esto había también hablado ella oon el P. Fi– del -en una larga entrevista; y, además, las últimas lecciones del P,adre habían versado ,precisamente sobre ccel arte,, de ir haciendo algo cada jornada (algo para agradar a Dios y servir espiritual– mente al prójimo), aprovechando las pequeñas ocasiones, los me– dios y posibilidad.es de cada uno. Sabía ya, pues, ,a ,qué atenerse ; ry con generoso ánimo se puso ella a practicar lo que teóricamente había aprendido. Unos días crek haber estado «muy bien,, y, entonces, al i.r a la cama por la noche sentía gran satisfocci6n: j aquel día no había sido ¡per– dido.... ella no había sido del todo :mala.... Dios estaría algo contento ... ! Pero 'no todos los días resultaban así, aunque la buena voluntad no le faltase nunca. i Cuánt,as noches tenía que acostarse disgustada de sí misma ! Sin saber cómo, se había des– cuidado más de la cuenta, había estado con muy pocas ganas de sacrificarse, se había dejado llevar bastante del genio, que lo tenfa muy vivo ... Y quizá al hacer el balance de la jornada en el examen de conciencia, no siempre su pesar era producto puro y genuino del amor de Dios ; se mezclaba también, ry a veces en · no ,pequeñas .dosis, el sutil despecho de no acabar de ser como

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