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168 el siguiente caso: Una señora de Uracoa, casada por la Iglesia, tuvo infeliz suerte en los dos primeros alum• bramientos, y los médicos le dijeron que no podía te– ner hijos, sino con gravísimo peligro de su vida. Vién• dose nuevamente en .estado, llena de mortal ansiedad, acudió el Padre S:antos, el cual le dijo: "No tema us– ted por el diagnóstico de los médicos, acuda a San Antonio, y el primer hijo ·que tenga, póngale el nom– bre de Antonio, dándole una limosna a los pobres". La señora se fué consoladísima y dió felizmente a luz un hijo, y después tuvo más; tanto ella conio todo el .¡me– blo de Uracoa llaman al Padre Santos, el Padre s.anto. Hallándome de visita pastoral en el caserío .de Los Remolinos, quise cerciorarme personalmente de un caso de apariencia profética que se atribuía al Pas dre Santos. Dos señoras de avanzada edad aseguraron, como testigos oculares y auriculares, lo siguiente: "Lle– gó a este caserío el Padre Santos de Abelgas por la mañana bastante temprano; la gente avisó al Comí, sario que había llegado el Padre, y que diese orden para hospedarle en una casa. El Comisario se expre, só mal del Padre, _ y no quiso atenderle, habiendo teni– do que pasar el pobre Padre todo el día a· 1a orilla del río. Poco antes de irse del ·caserío dijo, delante de mucha gente: "Que el Señor Comisario moriria aho~ gado, y que el río le llevaría la casa, en castigo por su mal comportamiento con el Padre". Y, así sucedió, efectivamente, p:ues el río le llevó la casa y, al año siguiente, viajando por el Orinoco en una lancha-mo– tor, se incendió el motor y él se echó al río, donde pereció ahogado. El aspecto exterior era de suma SBncillez y sin pretensiones .de ninguna especie; era muy poco ami– go de alabanzas y, a fuerza de ruegos, una que otra •vez se dejó fotografiar. Aunque era muy atento con la gente, nunca se pudo notar en su trato 1a menor
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