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160 ~,isiones llevaba. Y el Padre Santos volvió, alegre, con– tento, satisfecho, con la sonrisa en los labios. Había hablado con los indios, había vivido con ellos, los co– .nocía, los amaba, era correspondido en el amor. Y cuando más tarde, los religiosos trataron de averiguar su vida en aquellas selvas, su comida, su alimento, su• _pieron de sus labios que los gusanos, cogollos de pal– ma y el alimento del indio fueron su sustento. "Pero de nada de eso hacía caso el intrépido Mi– :sionero, cuando se trataba de salvar las almas, con las cuales había logrado ponerse en íntima comunica– ción. "Ahora que tanta importancia se está dando a las Misiones Católicas; porque el Romano Pontífice las ha recomendado con sumo interés, bueno será recordar a estos héroes que así se sacrificaron por la causa mi– sionera. Podemos decirlo sin exageración de ninguna .clase, que Veúezuela ha perdido con la muerte del P . .Santos, un verdadero héroe, que ha sabido sacrificar– se por el bien común; las Misiones Católicas un mili– tar activo y abnegado, donde podrán mirarse los fu. turos misioneros como en nítido espejo; La Orden Ca– puchina está de luto y lamenta la pérdida sensible de uno de sus miembros, que supo unir a la vida austera y penitente el celo desinteresado. iiEl Padre Santos no ha hecho otra cosa sino se– guir la gloriosa tradición de nuestros antepasados, y su nombre figurará en las páginas de la historia vene– zolana con caracteres de oro y de perpetuidad. "Al recordar el nombre del P. Santos de Abelgas, 1Usionero CarJu.chino del Caroní, yo me descubro re– verente; al caer ante su tumba, venero sus despojos y elevo al cielo una plegaria por el eterno descanso de su ahna, al mismo tiempo que pido de su diestra con-

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