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159 de esos héroes que el mU11do desconoce. y que hasta. para. sus Hermanos en Religión _pasa desapercibido. "No Ltve la dicha de conocer al Padre Santos;. pero eso sí, puedo asegurarlo, siempre oí hablar a súb-– clitos y superiores encomiásticamente de su espíritu misionero, de su abnegación, del celo que lo animaba por el bien de las almas. Muchas veces .escuché anéc-– dotas y referencias de su vida, muy dignas de imitar, y de que plumas bien cortadas las consignen, para ejemplo de los venideros. "La O:·den Capuchina, a la que perteneció, no pue– de menos de reconocer en él, a.1 verdadero religioso,·. · heredero dé)l espíritu del Seráfico Padre San Francis– cd, en sus virtudes, en su austeridad y en su celo apos, tólico. Celo que le movió a dejar la patria, la tranqui• lidad de lo~ claustros conventuales, para ejercer su mi• nisterio, primero en las poblaciones y en los campos de Cuba, donde dejó recuerdos imborrables, y más tar– de en nuestra Misión del Caroní. "Y si en Cuba trabajó incansable, sin saber lo que– era el cansancio y 1a fatiga, en Venezuela ese trabajo ha UC?,gado en ocasiones hasta el heroísmo. "Lo oí referir a uno de sus compañeros de misión.. Es un día, que se lanza el Padre Santos por la selva. desconocida en bu~a del indio errante; es un día que penetra en medio de una tribu con fama de antropó– faga, donde permanece semanas enteras. En ese lapso, de tiempo 8.lS Hrmanos en Religión temen por la suer– te del Padre; sabida la condición de los indios que el Padre Santos trata de reducir a vida civilizada. "El Padre Santos no vuelve, era el comentario que se haci-a en nuestras· casas. Si no lo comen los in– dios, perecerá de hambre y de necesidad, pues ni pro-
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