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134 Era el Padre Luis de León semejante a un árbol .de muchos años, cargado, en todo momento, de abun• dantes y sabrosos frutos, pero que el tiempo ha fo. grado doblegar las ramas y minar el tronco, amena• zando la destrucción y la muerte del fecundo árbol. Había, en .efecto, trabajado como buen soldado de Cristo, en las Marianas, en las Carolinas y en el Ca.roní, si3mpre con encomiable abnegación y con los resultados más halagüeños. Su voluntad de hacer el bien, s-u carácter admirablemente templado, no le de• jaban entrever que la naturaleza, robusta aparente• mente, iba declinando, como árbol añoso, e inutilizán• doto para trabajar entre los indígenas; mas los Su– periores de la Misión tuvieron que tomar la dolorosa resoluciór.. de separarle de sus queridos indioS1, cuan– do, como dice el P. Santos, "el interés de la Misión pedía que siguiese al frente de ella por más tiempo, pues hallábanse ocho jóvenes, que el Padre especial– mente a.preciaba, y los cuales, a su vez, también le querían mucho a él, en condiciones de cambiar de es– tado . . . Para darles la dirección conveniente se nece– sitaba un misionero prudente, práctico y experimen– tado, y áutorizado para hacer algo por ellos; y este. misionero no era otro que el Padre Luis". El Padre Samue.l de San Mateo substituyó al Pa– dre Luis. El Padre San Mateo había sido el alma y la vida del progreso moral e intelectual de Tucupita, des• de el año 1919 hasta el 1924, en que fué nombrado párroco ael Callao, y más tarde de Upata, desde don– de fué trasladado a la Misión de Araguaimujo, en la que permaneció hasta su muerte, acaecida el año de 1932. ' El Padre Santos sintió profundamente la muerte del P. Samuel, pues en su compañía había trabajado en Tucupita y en Araguaimujo, por más de siete años,

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