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133 : ti.mito'! Y otro decía: ¿Donde. estará también mmii he1•· mano que murió stin el bautismo? Y manifestaban es– to con tal sentimiento y tantas veces, que yo, para consolarlos, me vi precisado a decirles que, posible– mente, algún crioHo les habría puesto el agua bien, an– tes de morir, y se habrían salvado. Resolución fué de los Misioneros: dar a llos indios !a instrucción más amplia y completa que les era po– sible. Para ello aprovecharon las naturales inclina.cio– nes de los mismos, especialmente el gusto que sentían por la música y por los cánticos, lo mismo profanos que relígiosos, de tal manera que en ambos interna– dos resonó el "Glodá·aJ br,avo pueblo" fogoso y vibran.– te, sacudiendo el secular sueño de la selva virgen, las notas marciales del Himno Nacional y los misterio– sos acentos de la música sagrada. Para los fieles hijos de San lfrancisco- no podía pasar inadvertida la memorable fecha, siete veces se– cular, de la partida de su Santo Fundador y Padre a los cármenes eternos de la gloria. Por eso, con el fin de celebrar la gloriosa efemérides, los misi'Oneros, acompañados de 21 indiecitos internos, se trasladaron desde Araguaimujo a la Isla de '.rórtofa. AHíí dijo la. misa de comunión. general el Padre .A.belgas, y el P. Luis la solemne, cantada por los indios y dirigida por el Padre Santos. En ella dibujó el Padre Luis ,Ja gran figura del abnegado Misionero, del amigo de los po– bres y de los enfermos, del pacificador del siglo XIII, del humildísimo Serafín de Asís, del enanmrado de fa pobreza, del que, habiendo. sido pobre y humilde en la tierra, entró rico y glorioso en el cielo. Al ver Ios moradores de Tórtola, criollos todos, la disciplina, fa educa.ción, la cultura y 1a instmcción de aquellos h'ijos de la selva, quedaron maravillados di.e, fa obra re~izada por los Padres en tan poco tiempo.
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