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125 Sin embargo, esta era la creencia general exten– dida por el Territorio, respecto de los habitantes de Mariusa, cuando el Padre Santos concibió el proyecto de hacer la excursión apostólica. Arriesgada, por tan– to, se presentaba la empresa; cou todo, resolvió aco– meterla, puesta su confianza en Dios, en lo espiritual ; y en lo material, con una endeble curiara tripulada por dos indiecitos: Así llegó el Padre a la casa del criollo, señor Lucas Palacios, en el caño Macareo. -Cuénteme, señor Lucas, su expedición a Mariu– sa con el Padre Santos. --Verá: Yo estaba alistando,. mi embarcación pa- · ra salir a un viaje, cuando veo llegar al puerto una curiar a con el 'Padre Santos; le ofrecí café y procuré atenderle lo mejor que pude; y luego le pregunté, que para dónde iba ... -Voy a Mariusa, me contestó. --Padre, ¿ y así solo va usted a meterse p~r Ma- .riusa? ¿ Usted sabe lo que es Mariusa, y lo que son aquellos indios?. . . · ---Sí, mi hijito, lo sé; pero si Dios tiene dispuesto que yo muera en Mariusa, ¿ por qué no voy a morir contento, haciendo la voluntad de Dios y practicando 1a caridad con aquellos infelices? · -A mí, no me permitió mi corazón dejarle mar– .char solo; y así, aunque tenía muchas ocupaciones y el viaje pendiente, todo lo dejé por acompañarlo: Es para .mí una de las mayores satisfacciones el haber acompañado al Padre Santos. Su auS!teridad, su afa, bilidad y delicadeza eran exquisitas. "Llevaba el Padre un cajón completo de provisio– nes; conservas, leche condensada, galletas, etc. De to• do ello dí yo cuenta ... , pues el Padre no comía más que yuruma, jomo y gusanos de la palma de moriche. Y i:ne decía: Lucas, si esto es lo más puro que hay.
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