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117 · · Con el feliz arribo dél P. Luis a la Misión se puso todo .en movimi.ento; se amplió notablemente el :ran– chito, se hicieron otras obras de importancia, se pre– paró un local que, si bien era rudimentario, servía ·para dar escuela a los indiecitos que concurrían a la Esta.ción misional. Regada por aquellos contornos la noticia de que los Padres querían enseñar a leer y .es– cribir, fueron varios los indios pequeños de ambp$ se– xos inscritos en la escuela, mas sin pasar del número de quince. Pero los Padres vieron con dolor que lla mayor parte de los criollos adultos del bajo Orinoco, igno– ra]~an las primeras letras, razón por la. cual estable~ cieron para ellos una escuela norturna. "E:ra de v:er .a los misioneros, a la luz de un pobre farol, acosados por verdaderas nubes de zancudos, enseñando a cono– cer las letras, a leer, trazar líneas, escribir y contar a aquellos pobres trabajador.es .que, deseosos de salir de la gran ignorancia en que vivían, restaban tiempo al descanso de la noche, por venir a la Casa-Misión, ·para a.prender, cual si fueran escolares de enseñanza. primaria correspondiente a la infancia". No obstante los resultados favorables d:e los pri– meros ensayos, tendieron los misioneros su mirada so- . bre un plano mucho más amplio, que aquel en que se movfan con la escuela indígena mixta y con fa. noctur– ltla para los criollos; pues era su aspiracÍÓll\ recoger en Internados a los niños indios, y tenerlos en ellos, hasta que estuvieran bien preparados, y en edad con– veniente para abrazar el estado del matr-imonio, única hase segura para la formación de futuros pueblos. Sin amedrentarse por la escasez de n:iedios, pu– sieron manos a la obra por cuenta propia, y tuvieron el consµelo de ver llegar v.ários internos a mediados de septiembre, ·P,rincipalmente de la ranchería de "Je-