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113 Misión se encontraba en período de formación y a la escasez de personal para llenar los puestos vacantes en las parroquias incluídas en la Misión del Caroní. Pero el 21 de mayo del citado año 1925, víspera de la Ascensión del Señor, cuando en horas de la tarde se dedicaba el Padre Abelgas a lavar la ropa de uso personal, se vió gratamente sorprendido al divisar una curiara grande con toldo, y en ella a un venerable re– ligioso de larga y plateada barba, .el cual no era otro que el R, P. Luis de León, veterano y meritísimo Mi– sionero de las Islas Carolinas y Marianas. Con inmen– se satisfacción le recibió el Padre Santos, difícil .de ex– plicar, como él mismo escribió, para el qye no sepa lo que es estar solo cuando se ansía vivir acompañado. Tristes y penosos debieron serle realmente aque– llos meses de aísla.miento en medio de la selva virgen, sin más compañía que la de un indiecito pequeño llama– do José. Mas, desde este momento son ya dos los opera– rios evangélicos que, unidos por la caridad seráfica, compartirán las rudas tareas de la incipiente Estación Misional, y juntos trazarán el cammo a seguir para al– canzar el nobilísimo fin de la civilización de los indí– genas, .8

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