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110 , sionera: "Algo nos manifestaron los actuales Padres. de los muchos trabajos que pasaron en un principio para abrirse campo en medio de la selva y acomodar la casita; con el dedo nos señalaron el punto exacto donde el Padre Santos colocó con los indios la primera Cruz un Viernes Santo, que, deteriorada por el tiem– po, ha sido sustituída por otra para perpétua memo– ria de los venideros ; aún nos parecía oir el eco de aquella voz de apóstol y sus palabras, tratando de ha– cer comprender a aquellos indígenas el significado de la Cruz y de las ceremonias sagradas ( 40) . Instalado el misionero en su ranchito, pensó en remediar la nec.esidad más perentonria y la más indis– pensable para colocar en sólido fundamento la nacien– te Estación misional, la cual no era otra que la manu– tención de los Operarios Evangélicos y de los indios que, andando el tiempo, debían recogerse en los Inter– nados de la Misión. Esta base debía ser la agricultura; pensó, por consiguiente, preparar terrenos adecuados para la siembra. Enterados los indios de los propósitos del Padre Abelgas se presentaron, con la mejor buena voluntad, 34 mayores, los cuales se ofrecieroJ:! para empezar el desmonte, exigiendo que el misionero les diera sola– mente la comida. Entonces empuñó él el machete, se puso al frente de la respetable escuadra de trabajado– res y. . . a talar desde la mañana hasta la noche. Al terminar por la tarde el trabajo, dice el Padre Santos, parecía una gran parte de terreno despejado o des– montado, aunque no se podía andar por él sino des– pués que se quemó la maleza. Ya preparados algunos cuadros, arrojó a la tierra semilla de maíz, luego sembró plátanos y, siguiendo la tala, pudo en poco tiempo contemplar más terrenos (40). Venezuela Misionero, a,'ío 1~, pág. 624.
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