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104 medio prepantda la futuni, choza, Ia cual medía cinco varas de largo por cuatro ele ancho. Al día siguiente se celebró por primera vez en aquella cerradísimu sel– va, el santo Saclificio de la Misa. Desde esta memora– ble fecha residió el Padre .en el mencionado lugar, tra– bajando y mejorando el terreno, e hizo plantíos de yu– ca, plátonos, caña y ocumo, pernianeciendo solo, hasta el mes .de mayo en que llegó el Padre Luis de Le{m" (36). j Con qué fervor ofrecería el Sacerdote-Misionero 1a Víctima :Sacrada al Eterno Padre en aquellas apar– tadas regiones! ¡ Con cuanta fe y devoción pediría la conversión al cristianismo de aquellos infieles pobre– citos, por quienes había generosamente aceptado una vida rodeada de incomodidades y acompañada de pri– vaciones y de peligros! Indudablemente que la Divina Pastora, bajo cuya advocación se erigía la. primera Estación-Misional, por expreso deseo del Padre Abel– gas, y el glorioso Patriarca San José, en cuya festivi– dad se realizaba, en aquel lugar solitario, el acto su– blime de culto por excelencia, se regocijaron y acogie– ron complacidos las súplicas del apóstol infatigable. "En uno de los días de ruda faena agrícola, tra– bajando el Padre Santos como el primero ·.de los peones, en recoger gamelotes, espinas y maleza, bajo un sol verdaderamente tropical y abrasador, cayó des– vanecido y asfixiado entre las ramas que había amon· tonado. Uno de Ios criollos, Julián González, que le vió caer, llegó corriendo en su auxilio, le levantó del suelo y con el sombrer·o, empezó a darle aire, logrando que pronto recobrara el sentido. Y es que el Padre Abelgas, estusiasmado con la obra que estaba reali– zando, y deseoso de terminarla cuanto antes, hasta se había olvidado de desayunar, no obstante ser más de las doce del día. (36). Crónico de la Cosa de Aroguaimujo.

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