BCCCAP00000000000000000000752

92 Por los meses de julio y agosto misionó en los ca– serios de La Horquet a, Cocuína, La Caimocha; y a fines del mismo agosto, nuevamente salió para San Salvador y Macareíto. Su espíritu naturalmente tran– quilo, se inquieta.ba ante la miseria espiritual de las almas. Por eso, no descansa, visitando en setiembre a Uracoa, Coporito, Tórtola, el Varadero e Iguana. Es cierto que padeció privaciones, molestias sin cue..>1to en los viajes, que le asaltaron las fiebres palúdicas,. pero, confortado con la gracia de Cristo, peleó en to– do momento sus batallas como fiel y valeroso soldado. A los quince meses de su llegada a Tucupita pudo. escribir de él el Padre Félix de Vegamián (senior), "que había recorrido en distintas direcciones, en pe– queñas curiaras, la mayor parte de los brazos del Ori– noco. . . En tan poco tiempo se dió a conocer á casi todos los moradores del Territorio, y, civilizados e in– dios, todos le apreciaban y estimaban, retribuyéndole .de alguna manera tantos sacrificios por ellos genero– samente soportados; como el tener que alimentarse por algunos días, entr:e los indios con solo gusanos, to– mados de la palma de moriche, el de verse su– mergido, al voltearse la curiara, en las cauda· losas aguas del Orinoco, y otros semejantes. Los nuevos misioneros encontrarán en éste Padre ve– ter ano un ejemplo viviente, que, con sus proezas, les infundirá valor y denuedo (32). Mas los campos dorados con que el Padre Abel– gas soñaba en su juventud, no eran ciertamente aque– llos caseríos de criollos, con tanto cariño evangeliza– dos; su mirada había ido mucho más lejos: Eran los paganos, los infieles, los indíg·enas carentes de la luz purísima de la fe, quienes le llamaban, y ocupaban sus pensamientos, y atraían, cual poderoso imán, los más nobles y car itativos afectos de su corazón apostólico. Penetró, pues, ya en el mes de setiembre de 1.923, en (32). Crónica de la Residencio de Tucupita.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz