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90 y en belleza interior y exterior; las calles, rectas, pro• longadas y anchas, con aceras de concreto,.. tan bien construidas, que nada tienen que envidiar a las mejo– res de fas grandes capitales de estado; los comercios y las bodegas, bien acondicionados y mejor surtidos; los centros escolares, federales y territoriales, gra– duados casi todos, y el Colegio de la Sagrada Familia, también. graduado, de las Misioneras Capuchinas, han convertido a la capital del Territorio en centro de in– tenso progreso cultural. "La antígua morada de murciélagos ha sido reem– plazada por una iglesia capaz y bella, con dos torr es gemelas, la que, levantada por .el esfuerzo de los Pa– dres Capuchínos, a costa de tiempo y de grandes sa– crificios, se asoma, entre las filas de casas, al caño Mánamo, y, risueña, saluda maternalmente a los pa– sajeros que fatigados ]legan al puerto, invitándolos a reposar en sus cómodos bancos, y a levantar su cora– zón a Dios que preside, desde su morada, el laudable progreso r eligioso, intelectual y material de la ciudad. "Pues aún le esperan días de mayor bonanza, por– que vados t aladros introducidos en las entrañas de la tierra, a una profundidad de tres mil pies, según refe– r encias, han descubierto el tan apetecido y con ansias buscando ORO 1\TEGRO, quiero decir, el PETROLEO" ' (30). Este progreso se debe, en gran prate, a la actua– ción de los Capuchinos, y especialmente, al Padre Sa– muel de San Mat eo, a quien le tributó un homenaje póstumo muy merecido, la ciudad de Tucupita, en años pasados. Dos años permaneció el Padre Abelg?,s en Tucu– pit a ; es decir, desde su llegada a dicha población, has- (30) . Podre Bustam-::lr'lte, Ven Misionera, año 1946, pág. 100- í 0 1.

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