BCCCAP00000000000000000000749

-Pero ¿cómo voy a acudir yo a Dios, si no merezco ... Para esas horas en que más agudamente sinta– mos nuestra miseria o indignidad ante Dios, nada tan a propósito como esta oración al Padre, que se encuentra al final de las letanías del Corazón de Jesús: «Omnipotente sempiterno Dios: mira al cora– zón de tu amadísimo Hijo, y a las alabanzas y satisfacciones que te ofrendó en nombre de los pecadores; y cuando éstos te supliquen miseri– cordia, Tú concédeles, aplacado, el perdón». Sí, amigos: nosotros seremos una insondable calamidad, pero ¡hay que ver lo que Jesús hizo por nosotros, en nuestro nombre, en nuestro lu– gar, a favor nuestro! -Nosotros ofendemos: El, anticipadamente, y por nosotros, glorificó. -Nosotros causamos disgusto: El, por noso– tros, presentó inmensas satisfacciones. -Nosotros, siempre en deuda: El pagó anti– cipadamente por todos. En fin, El, que «todo lo hizo bien», amó, ala– bó y agradó con sobreabundancia a cuenta nues– tra. ¿ Cómo el Padre Celestial no va a estar siempre dispuesto al perdón y a la ayuda cuan– do por El se lo pedimos? «En el alma unida a Dios es siempre prima– vera» (Sto. Cura de Ars). 56

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz