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to. Re::ogía ayuda para sus hermanos religiosos, que no tenían rentas, que habían de emplearse en quehaceres o ministerios nada lucrativos ... , y a pesar de ir él mismo pidiendo, era mucho más lo que daba que lo que recibía. Lo dejó bien procla– mado el pueblo de Génova: «Para los dolores y necesidades de todos, tenía siempre pan, consejo, consuelos.» Daba pan a los que tenían hambre,. que entonces eran muchos; daba consejo a los desconcertados, que no eran menos, y daba con– suelos a los afligidos, que aún eran más. Por eso, todos en Génova, especialmente los peor tratados por la vida, le llamaban «el Padre Santo». Y también por eso, porque sin saber nada de «contestaciones», ni entender nada de «estructu– ras», r.i decir palabra sobre lo que en la Iglesia «debía cambiar», se puso sencillamente a ser del todo EUENO para Dios y los hombres, su memo– ria será eternamente bendecida. Y su vida ha dejado rastro ... ; pero no de pala– bras y agitaciones. 329'