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Pero si Dios los exalta, es porque en ellos, en todo humilde divinamente exaltado, hay una es– condida y aleccionadora grandeza que los hom– bres deben conocer. ¿ Cuál fue la del siervo de Dios San Francisco María de Camporrosso? Poco después de su muerte, la ciudad de Gé– nova, que no necesita presentación, le dedicó un pequeño monumento funerario, que en blancura de mármol decía: Fr. FRANCISCO DE CAMPORROSSO Pobrecillo por amor de Cristo, puso su dicha más en dar que en recibir. Paro los dolores y las· necesidades· de todos tenía pan, consejo y consuelos. Coronó su vida santa y austera de cenobita, ofreciéndose víctima de expiación en el comienzo de la epidemia de cólera 'de 1866. Las lágrimas y el agradecimiento del pueblo han querido perpetuarle en este mármol. La inscripción del cementerio genovés es casi perfectamente hermosa. Difícilmente hubiera po– dido resumirse mejor la historia breve del admi– rable hermano lego capuchino: «Puso su dicha, más en dar que en recibir.» Atender más a dar que a recibir no. es de to– dos ... ; y, sin embargo, debería serlo, al menos entre cristianos. Porque es la asimilación de aque– lla sentencia de Cristo que nos transmite el Após– tol: «Hay mayor bienaventuranza en dar que en recibir.» Francisco María de Camporrosso ejerció duran– te muchos años el oficio de limosnero del conven, 328
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