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LOS OTROS ESTAN AH! S OLO y tranquilo me encontraba yo una de estas mañanas en mi habitación. SOLO, TRANQUILO Y PENSANDO ... ¡Gran cosa, esto de poder y saber pensar! Hacerlo a solas y serenamente, es una de las más puras delicias, cuando se tiene el alma ocupada -no vacía-, y en la paz de Dios, el corazón. Lástima que cada día, con la agitación in crescendo del actualvivir, vaya resultando más difícil para muchos el gustar de tal delicia. Entregado esa mañana a la tarea de pensar, yo pensaba cosas ..., pensaba en personas... Pensaba sobre lo mucho de misterioso que hay en la Vida. Y en las vidas. ¿ Qué más misterioso que la constante presen– cia del dolor entre nosotros? ¡Tanto dolor! Y de todas clases. Y cerniéndose muchas veces sobre quienes parecen merecerlo menos. Aunque lucía el sol en lo alto, me parecía es– tar viendo con el alma un rojo clavel bajo la fu- 318