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nuestra rehabilitación, nuestra «puesta a salvo» ... (si queremos) son cosa asegurada. De nuestra esperanza: porque sabemos que ni las decepciones ni los malogros serán lo definiti– vo; hay Alguien, y Algo, que nos espera más allá del marchitarse de las últimas rosas, por encima del último parpadeo de las estrellas ... «¡Oh asombrosa profundidad de la riqueza y de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán in– sondables son sus planes, qué inescrutables sus caminos! »Puesto que de El y por El y para El son todas las cosas, a El la gloria por los siglos» (Rm 11, 33-36.) Amén. 309