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¿ Cómo podría ser mejor comprendido todo esto? Soy muy aficionado a la Historia, y siempre me ha impresionado el sentimiento de satisfacción orgullosa -y al mismo tiempo exigente: «Noble– za obliga»- de que aparecen empapados aqué– llos de nuestros abuelos, que se sabían vástagos de familia ilustre, es decir, nacidos de un buen linaje, o, como se decía entonces, hombres «de conocida casa y solar» ... El sentimiento de que hablamos se hacía patente en los escudos herál– dicos con que ellos distinguían sus casas y en las «leyendas» o lemas con que orlaban tales escudos. Claro que aquel «honor de familia» tenía sus exageraciones ... : O bien, «Antes que el sol fuera sol y los peñascos, peñascos, los Quirós eran Quirós, y los Velascos, Velascos.» «Los Bustamantes de Quijas con reyes casan sus hijas; de Quijas los Bustamantes, porque reyes fueron antes.» Las demasías en antigüedad, importancia o ha– zañas no viciaban del todo el noble orgullo de no ser «un cualquiera», con obligación de demos– trarlo... Pero ¿ qué es este «honor» que pueden tener algunos hombres por su venir de una ascenden– cia ilustre, al lado del que nos corresponde a to– dos por el hecho de venir de Dios? «¡La Trinidad, he ahí nuestra casa solariega,· el hogar paterno de donde no deberíamos salir ja- 305 20