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Ser en verdad de los de Jesús, se nos pone cada día más difícil. La realidad poderosa y adversa está potencián– dose al máximo. Entonces, quedar «solos ante el peligro» sería el desastre seguro... Y todo -la brillantez, el activismo, la seculari– zación y la confusión- lleva a desconectar de] Paráclito, de quien sólo puede venirnos cuanto necesitamos para estar en forma frente al Ene– migo innumerable. El Espíritu Santo necesita de nosotros para los planes salvadores de Dios; pero nosotros necesi– tamos mucho más de El para significar o valer algo en dichos planes. El Espíritu es lo decisivo. Si falta su acción, todo irá mal para nosotros, todo irá mal para los demás. Los hombres de esta hora novísima y alucinan– te están marchitos de materialismo: sólo podrán salvarse mediante una enérgica cura del Espíritu. 300