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Dios puede hacérsenos sentir cuando menos lo pensemos, y en cualquier parte... Pero lo más frecuente será que tengamos que descubrir y vi– vir su presencia a fuerza de fe. Y descubierta su presencia, sólo cabe reaccio– nar ante ella escuchando o hablando. Es decir, ORANDO. Porque orar es todo «volverse» consciente y de– liberado hacia Dios. Unas veces, para adorar, o bendecir, o dar gra– cias. Y otras, para refugiarse en El, pidiendo, supli– cando ... Lo sustancial es, que haya verdadero encuen– tro entre nosotros y Dios, que nos comuniquemos. La oración será así auténtico «intercambio» -el «admirabile commercium» cantando desde siglos por la liturgia de Navidad-, un repetido inter– cambio, del que sólo nosotros saldremos en ver– dad beneficiados. ¡Dichosos los que entienden que la oración es la más alta actividad del hombre! Quienes se afanan perseverantemente, por en– cima de flojeras y desganas, en su personalísima comunicación con el Inefable, van camino del me– jor enriquecimiento. Peter Wust 'es un nombre importante en la historia «espiritual» de Europa durante las pri– meras décadas de este siglo. Filósofo, escritor y catedrático de renombre, vivió como pocos las convulsiones de su patria, Alemania, durante los arrolladores años del nazismo. 285

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