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Así, pues, «el que habita en una Luz inaccesi– ble», por pura iniciativa de su amor, salió a nues– tro encuentro, al encuentro de quienes n.o podía– mos llegar hasta El. Vino a nosotros en un movimiento que ha sido, al mismo tiempo, ACERCAMIENTO y REVELA– CION. Ha llegado a «instalarse entre nosotros» y se nos ha dado a conocer. No que esté ya fuera de su «luz inaccesible», sino que nos ha acercado lo bastante su lumino– so misterio para que nosotros lo podamos «en– trever» en su genuina realidad. «A Dios -asegura el cuarto Evangelio (Jn., 1,. 18)- nadie le ha visto nunca; el Hijo único, el que está en el seno del Padre,. es quien nos le ha dado a conocer». En Cristo Jesús tenemos a Dios, revelado, a nuestro alcance. En Cristo Jesús se ha hecho El, «Tú» visible e inmediato para nosotros. -SePíor, muéstranos al Padre, y esto nos bas– ta -le dijo Felipe a Jesús en la Ultima Cena; y éste replicó: -Tanto tiempo llevo ya con vosotros, ¿y aho– ra me sales con esas? Felipe: el que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decirme ahora: <(Muéstranos al Padre»? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre está en mí? (Jn., 14, 8-10). 28!

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