BCCCAP00000000000000000000749
Descubre tu presencia y máteme tu vista y hermosura: »Entra en el recogido aposento de tu mente y llama con toda el alma, llama ahora mismo a tu Dios: "¡Quiero ver tu rostro, Señor! ¡Por tu ros– tro estoy suspirando!" ... ». Pero Dios parece no tener prisa en desvelarse. «Aquí estoy, pobre exiliado, bien lejos de Ti, Señor. .. ¡Aún no te he visto nunca! ¡Aún no sé cómo es tu cara! ... Existo para verte, ¡y aún no he conseguido lo que es última razón de mi exis– tencia! ¿Hasta cuándo, Señor?». Sí, he aquí nuestro drama: estar hechos para Dios y ser tan incapaces de alcanzarle; tan nece– sitados de El y tan lejos de tenerle... ¿Por qué nos oculta su rostro, si sólo él nos puede ilumi– nar? Buscando así a Dios, ¿no estaremos saliéndo– nos del marco de nuestras posibilidades, en el tormento y fracaso de un inútil empeño? Con palabra inspirada, advertía S. Pablo a su discípulo Timoteo: El es el único que posee la Inmortalidad, y habita en una Luz inaccesible: ningún ser humano le ha visto, ni le puede ver. (1 Tm., 6, 16.) Entonces, ¿qué nos aguarda a nosotros, «for– mas inacabadas», «seres deficitarios», «existen– cias sin remate» ... ? Pero tal vez lo que nosotros somos incapaces de conseguir se nos pueda dar.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz