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«DEMASIADO BIEN YO SE EN QUIEN HE PUESTO MI FE» E STO lo escribía San Pablo ya hacia el final de sus días, cuando dejaba al amado dis– cípulo Timoteo, en su segunda carta, una especie de testamento espiritual. Mucho había sufrido por la causa del Evange– lio; mucho seguía sufriendo ... Pero ni se avergon– zaba ni se arrepentía de haberse entregado total– mente a ella: «¡Sé de quién me he fiado!» Mejor que nunca puede ya valorar lo que ha supuesto en su vida aquel comprometerse con Cristo a ojos cerrados, en toda la línea, con todas las consecuencias ... Y está plenamente satisfecho de lo que hizo un día, ya bastante lejano. La clave de toda la grandeza de San Pablo me parece encontrarla aquí: ¡creyó en Cristo! Y se confió a El, y se fio plenamente de El. .. Y se echó a andar, y a trabajar, hasta el fin, por su amor, para su gloria... Ahora sabe que no va a quedar 258