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mos totalmente a Dios ... Seguros de no ser nada, nos perderemos confiadamente en la certeza de que El lo es todo. Nuestros mismos desfalleci– mientos y nuestras caídas llegarán a ser así la ocasión de nuestra suprema victoria. Y las lá– grimas con las cuales hemos lavado nuestras cul– pas serán el bautismo inicial de una vida de san– to abandono y de confianza pura: NUESTRA DE– BILIDAD SERA NUESTRA FUERZA» («La Trini– dad y la vida interior», pág. 85, PATMOS, 1954). Pocas veces pensamos que, en el plano de la ac– ción cristiana y apostólica, no estamos precisa– mente para acreditar nuestro valer, sino para que se acredite en nosotros la fuerza de Quien de nos– otros se ha querido servir. 255