BCCCAP00000000000000000000749

ramente para ganarme el sustento. He sido azo– tado públicamente en algunas ocasiones, apaleado en otras, apedreado hasta dejarme por muerto; he tenido varios naufragios (cierta vez estuve un día y una noche abandonado sobre el mar). Tengamos en cuenta que sólo en sus tres pri– meros viajes apostólicos Pablo hubo de recorrer unos 4.100 kilómetros, y que después hizo otros varios de no menor amplitud; y tan enormes re– corridos los hacía casi siempre a pie, a través de regiones «inhóspitas y peligrosas, sin comodidad alguna, comiendo lo poco que caía en sus manos, durmiendo poco y mal, teniendo que trabajar en las paradas ... » (Ricciotti). Así, durante más de veinte años. Y encima de las penalidades físicas, la continua y frecuentemente angustiosa solicitud por sus fieles, por las iglesias. No me extraña este su final desahogo: -Le digo a usted que en más de una ocasión me sentí verdaderamente harto de la vida. -¿Y cómo pudo sostenerse? ¿No desistir? -¡El me amó y se entregó a la muerte por mí! La caridad de Cristo me ha apretado y empujado siempre. Además, muy pronto aprendí que la tri– bulación es la mejor ayuda para la obra del Evan– gelio. Por lo demás, estoy seguro de que todas las penalidades de este mundo son nada en compara– ción de la futura gloria que habrá de manifestar– se en nosotros. -Hay una cosa, querido Apóstol, que me llama poderosamente la atención: los resultados de con– quista que ha tenido, en ambientes tan difíciles, con tan pocos medios humanos ... 246

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz