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sabido hacer una buena convocatoria de signo so– ciopolítico ... Eso tienen que pensar, al menos, los muchos clérigos y laicos «militantes» que se mues– tran tan convencidos ahora de que no es posible emprender una tarea de «evangelización», entre ,gentes económica o políticamente «oprimidas», si antes no se les procura, hasta con la violencia, la liberación a que tienen derecho. A lo mejor Jesús, a quien nadie se cuidó de <cpromocionar», no estaba suficientemente «men– talizado» ... Proclamo que toda mi simpatía va, sin despre– dar a nadie, por los «pobres de Yahvé». Y por eso considero como maravillosa y urgente tarea todo cuanto se haga por liberarles y promocionarles. Lo que no puedo aguantar es la burda palabre– ría con que ahora se están sofisticando ciertas causas, dignas en sí mismas de un soberano res– peto. Lo que me produce irritación es que se vacíe o tergiverse así el Evangelio, dejándolo en la lí– nea de las actuaciones sociopolíticas de moda, -que tienen tanto de discutibles, que son tan fatal– mente caducas. No sé lo que puedan esperar de meterse en tales actuaciones los que aún se dicen «ministros del Evangelio» ... ; pero sí sé lo que de hecho obtendrán: algunos interesados aplausos, ciertos exitillos de apariencia ...y, después, «ya no me sirves». Porque, cuando a la sal se la emplea para algo que no le va, termina no sirviendo para nada, y sólo queda ... tirarla y que la pise la gen– te. Me parece que fue Jesús quien dijo algo de eso. 237