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gratos, sacrílegos, intemperantes, enemigos del bien, desvergonzados, más amigos de los place– res que de Dios ..., que hasta ofrecerán aparien– cias de piedad, aunque sin cuidarse de su verda– dera virtud. Hay que tener mucho cuidado con esos tales.» O lo de 2 Tim 4, 1-4: «Te conjuro en nombre de Dios y de Jesucris– to ... a que proclames la Palabra, insistiendo con oportunidad o sin ella... Porque llegarán tiempos en que los hombres ya no soportarán la sana doc– trina, sino que, a tenor de sus desordenadas pa– siones, procurarán rodearse de maestros que les halaguen el oído y, desentendiéndose de la ver– dad, se volverán a las fábulas o mitos.» ¿Por qué será que casi siempre (ahí está la his– toria de la Iglesia) todo movimiento que se des– vía del recto camino en cuanto a la doctrina de la fe -con herejías- se mete en seguida también por el camino de las «liberaciones sexuales»? Tal vez sea porque el hombre muy difícilmente puede pasarse sin consuelos; y cuando faltan los del Espíritu -por un personal alejamiento de Dios- no queda más compensación que apurar los de la Carne, y no precisamente en proyección comunitaria ... * * * Sexo no disciplinado y violencia han andado siempre en extraña y estrecha relación. Y, cosa curiosa, por esos mismos sectores de la Iglesia en que se da ahora la mencionada exal– tación sexual, se da igualmente un «religioso» cul- 234

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