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«Todas nuestras preguntas están, hoy como ayer, dominadas por esta estructura simple y dia– léctica (y por eso fecunda en problemas): la Igle– sia es distinta del mundo; la Iglesia está en el mundo y para el mundo. «La Iglesia es distinta del mundo. Existe en sí misma, por una sucesión de iniciativas de Dios, que constituyen la Historia de la Salvación, e irre– ductibles a la historia del mundo. Estoy convenci– do de que cierto oscurecimiento de la conciencia de esta realidad es la causa profunda de gran nú– mero de conductas criticables, que se pueden des– cubrir en el clero de hoy. Muchos han descubier– to el mundo, y esto está bien; quieren insertarse en el mundo, y también está bien. Pero rechazan -y aquí está el espíritu carnal de simple comodi– dad que les anima, seguramente más que el espí– ritu misionero, que trata de «estar con», pero con– templando a Cristo-, rechazan, digo, lo que les pondría aparte, lo que les señalaría como repre– sentantes de algo distinto del mundo: la regla re– ligiosa, el vestido, el estilo de vida clerical... Exis– te como una obsesión por lo que justamente se ha llamado «el baño de muchedumbre» ... La Igle– sia tiene su origen en un orden «sagrado» par– ticular, suscitada por iniciativas gratuitas de Dios, no comprendidas en el gobierno ordinario de la creación» (Yves Congar, conferencia al III Con– greso Mundial de Apostolado de los Seglares. «La Documentation Catholique», 5-XI-1967). 230

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