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También me dijo que cuando estaba todavía en la casa paterna, fueron unos niños pobres a pedir limosna; él les dio su pan y ellos le die– ron del suyo, y le había parecido que aquel pan duro, mendigado por amor de Dios, era más sa– broso que el pan tierno que él y los suyos co– mían. Y por eso, para hacer que su pan fuera más sabroso, los niños se pedían el uno al otro pan por amor de Dios. Decía además el herma– no Guillermo, que luego de la visita de los her– manos necesitaba chancear un poco para ol– vidar lo que había oído. Me coníesó también que el dulce Jesús habría suscitado una nueva Orden para estimular a la nuestra, y yo creo que esto se verificó con ia institución de la Or– den de la Penitencia de Jesucristo 82 • 133. En el Capítulo de Stamford había recomenda– do a los hermanos especialmente los religiosos de la Orden de san Agustín. Anteriormente ha– bía acogido con mucha familiaridad a los Car– melitas, que Ricardo de Gray había llevado a Inglaterra al regreso del conde Ricardo de Siria. [El señor Roberto, obispo de Lincoln, rechazó a los hermanos de la Orden de los Crucíferos y del mismo modo fueron rechazados, pero justa– mente, los hermanos de la Orden de la Cruz]. Los hermanos de la Orden de la Trinidad ha– bían ido a Inglaterra mucho tiempo antes; ha– bían sido fundados, por inspiración divina, bajo 82 Es probable que esta esperanza se haya difundido entre los "espirituales" debido a la influencia del joaquinismo. 166

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