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rían, el mismo día de su ingreso en la Orden como lo hizo el hermano Roberto Bacone, de buena memoria. Pero los hermanos predicadores, muy turbados, recu– rrieron al papa Inocencia IV pidiéndole que ningún her– mano menor pudiera recibir en la Orden a quienes ya se habían comprometido con ellos y que quien lo hicie– se, fuera excomulgado en el acto; y prometían que ha– rían lo mismo con respecto a nosotros 61 • Pero éstos ata– ron a las personas de tantas maneras y divulgaron de tal modo su privilegio, que apenas concedían a alguien el paso a otra Orden (hermanos menores). Pero esta tri– bulación no duró mucho tiempo. De hecho, el hermano Guillermo de Nottingham, de buena memoria, y el her– mano Pedro de Tewkesbury mostraron al Papa lo que su predecesor había decidido; y él, declarando que ha– bía sido engañado, revocó el decreto, aunque solamente después de un perjudicial atraso 62 • 99. El hermano Alberto dijo una vez que debíamos amar muchísimo a los hermanos predicadores porque en muchas cosas habían sido de gran ayuda para la Orden, y ocasionalmente nos habían enseñado cómo pre– cavernos de los peligros futuros. 100. El hermano Alberto decía que tres cosas sobre todo habían dado esplendor a la Orden: "la desnudez de los pies, la vileza de los vestidos y el desprecio del dinero". 6 1 Bula "Quo vos in Christo" del 21 de abril de 1244. Una bula del mismo tenor fue también enviada a los hermanos me– nores. 62 Con la bula "Non solum" del 17 de junio de 1244, comuni– cada también con los mismos contenidos a las dos Ordenes en causa. 144

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