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80 FRAY CANDIDO DE VIÑAYO, O.F.M. CAP. -A mi carísimo Fray Antonio, mi Obispo, Fray Francisco: Salud en Cristo. Me place que enseñes a nuestros frailes la sagrada Teología, de manera, sin embargo, que ni en ti ni en ellos, con este estudio, se apague el espíritu de la santa oración y devo– ción, según lo hemos profesado en la Regla. Adiós. Breve y sencilla fue la carta de Santo Fundador dirigida a Fray Antonio; pero él la estimaba como un precioso tesoro. En ella veía todo un magnífico programa de vida a que debía ajustarse en su car– go de Profesor de Teología. Se hallaba ahora en Bolonia, donde los religio– sos franciscanos estudiaban la Teología por aque– llos años. Daba sus lecciones a los frailes para cum– plir con la obediencia; pero al mismo tiempo de– rramaba su espíritu en la presencia del Señor, en– tregándose a la oración más fervorosa. Es que tenía muy presente el consejo del Seráfico Padre. No sólo oraba él, sino que se preocupaba por que sus discípulos fueran hombres de oración. Así, con frecuencia, les mandaba que se mantuvieran re– cogidos en el trato amoroso con Dios. No deseaba formar hombres sabios con sus toques de ciencia mundana, sino sacar verdaderos teólogos, cuyas in– teligencias estuvieran iluminadas por la luz de Dios. Por eso solía darles este consejo: -Para que la ciencia sirva a vuestra salud, no dejéis nunca la oración·. Consultad más a Dios que
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