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TEMPESTAD Y CALMA 123 el 16 de julio de 1228, le encargó que levantara en el llamado antes Collado del Infierno una basílica donde de una manera digna pudiera guardarse el sepulcro del Santo Fundador. Fray Elías desplegó todo su ta– lento y toda su actividad en cumplir el encargo del Papa, hasta tal punto que en la primavera de 1230 ya estaba concluída la basílica inferior. El Papa le auto– rizaba para trasladar las reliquias del Santo desde la Iglesia de San Jorge a la nueva Basílica. Se había se– ñalado la fecha de la traslación para el Capítulo Ge– neral, a fin de que los capitulares realzaran el acto con su presencia y por ello fueran consolados en su espíritu. Pero he aquí que a Fray Elías se le ocurre una es– tratagema: sin autoridad ni derecho alguno, por sí y ante sí, convoca a Capítulo General a todos los reli– giosos de la Orden, como se hacía en los primeros años de la fundación. Mas ahora había ya una Regla, según la cual al Capítulo General no debían acudir más que los Provinciales y Custodios. El Ministro General, Juan Parenti, revoca la orden de Fray Elías; mas éste, disgustado, habla con las autoridades de Asís y logra que el traslado de los sa– grados restos del Seráfico Padre se efectúen unos días antes de la llegada de los capitulares, los cuales de esta manera se ven privados de asistir a tan solemne ceremonia. Con estos antecedentes desagradables comienza el